Aún recuerdo la primera vez que probé esta tarta fina de champiñones en una pequeña cafetería de París. Desde entonces, he perfeccionado esta receta en mi cocina hasta lograr el equilibrio perfecto entre la masa crujiente, los champiñones salteados y el queso gouda derretido. Sin duda, este plato se ha convertido en mi opción favorita para impresionar invitados sin pasar horas en la cocina. La combinación de los sabores terrosos de los champiñones con el gouda cremoso sobre una base crujiente crea una experiencia gastronómica que todos recordarán.
Comienza precalentando el horno a 180°C para que esté a la temperatura adecuada cuando la tarta esté lista para hornear. Mientras tanto, limpia cuidadosamente los champiñones para eliminar cualquier residuo de tierra, utilizando preferentemente un paño húmedo en lugar de agua corriente, ya que absorben líquido fácilmente.
Una vez limpios, córtalos en láminas no muy finas para que mantengan algo de textura después de la cocción. Calienta una sartén a fuego medio-alto y añade un chorrito generoso de aceite de oliva. Cuando esté caliente, incorpora los champiñones y cocínalos durante aproximadamente 8 minutos, removiendo ocasionalmente hasta que estén dorados y hayan soltado su agua.
A continuación, añade el perejil finamente picado, el diente de ajo pelado y picado, sal al gusto y una buena cantidad de pimienta recién molida. Mezcla todos estos ingredientes y continúa la cocción durante un minuto más para que los sabores se integren perfectamente. Luego, retira la sartén del fuego y reserva la mezcla.
Desenrolla con cuidado la masa hojaldre sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear. Con un cuchillo afilado, marca un borde de aproximadamente 2 cm alrededor del perímetro sin cortar completamente la masa. Después, pincha abundantemente el centro de la masa con un tenedor para evitar que se levante demasiado durante la cocción.
Esparce uniformemente el queso gouda rallado sobre el centro de la masa, dejando libre el borde marcado. Posteriormente, distribuye la mezcla de champiñones salteados sobre el queso, asegurándote de que quede repartida de manera uniforme. Para conseguir un acabado dorado y brillante, bate ligeramente la yema de huevo y, con ayuda de un pincel de cocina, barniza cuidadosamente los bordes de la masa.
Introduce la bandeja en el horno precalentado y hornea la tarta durante aproximadamente 20 minutos, o hasta que los bordes estén bien dorados y crujientes. Al sacarla del horno, espolvorea un poco más de perejil fresco picado por encima para añadir color y un toque adicional de frescura. Deja reposar la tarta durante unos minutos antes de cortarla para que el queso se asiente ligeramente.
Esta tarta fina de champiñones es extremadamente versátil a la hora de presentarla. Para una comida ligera pero satisfactoria, sírvela con una ensalada verde aliñada con vinagreta de mostaza, que complementará perfectamente los sabores terrosos de los champiñones. Si prefieres una opción más sustanciosa, acompáñala con una crema de verduras suave, como una crema de calabaza o zanahoria.
Para ocasiones especiales, corta la tarta en pequeños cuadrados y sírvela como aperitivo sofisticado junto a una copa de vino blanco seco o un espumoso. También funciona maravillosamente como entrante elegante antes de un plato principal más contundente. En cualquier caso, se recomienda servirla tibia para disfrutar al máximo de la textura crujiente de la masa y el queso derretido.