Descubrí esta receta durante un invierno particularmente frío cuando buscaba algo que combinara mi amor por la lasaña con la calidez de una sopa. La primera vez que la preparé fue para una cena improvisada con amigos que llegaron empapados por la lluvia. Mientras disfrutábamos de esta cremosa delicia, el ambiente se transformó por completo. Desde entonces, esta sopa se ha convertido en mi salvavidas para esas noches en que necesito algo reconfortante pero sin el tiempo que requiere una lasaña tradicional.
En una olla grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio. Una vez que esté caliente, añade la cebolla picada y saltéala durante unos 5 minutos hasta que se vuelva translúcida. Luego, incorpora el ajo picado y cocina durante 1-2 minutos más, removiendo frecuentemente hasta que percibas ese delicioso aroma a ajo que invade toda la cocina.
Ahora, vierte el caldo de pollo y llévalo a ebullición. Una vez que esté burbujeando, añade los trozos de pasta de lasaña. Cocínalos según las instrucciones del paquete, lo que generalmente toma entre 8-10 minutos, hasta que estén al dente. No olvides remover ocasionalmente para evitar que se peguen entre sí y se formen grumos indeseados.
Después de que la pasta esté cocida, incorpora el pollo desmenuzado, la crema espesa, el queso ricotta, las espinacas baby, el orégano seco y la albahaca seca. Cocina todo junto durante 2-3 minutos adicionales, permitiendo que las espinacas se marchiten ligeramente y que la sopa se caliente uniformemente. La consistencia debería ser cremosa e invitadora, con el queso ricotta parcialmente derretido creando una textura única.
Finalmente, sazona tu sopa con sal y pimienta al gusto. Sírvela caliente y, como toque final, espolvorea un poco de queso parmesano rallado por encima. Si lo deseas, también puedes añadir perejil fresco picado para darle un sabor extra y un toque de color que contraste con la cremosidad blanca. ¡Disfruta de tu reconfortante plato de Sopa de Lasaña Blanca!
La clave para una sopa de lasaña blanca perfecta está en el equilibrio entre la cremosidad y la textura de los ingredientes. No cocines demasiado la pasta para mantener ese punto al dente que hace que cada bocado sea interesante.
Para un sabor más intenso, considera usar un caldo de pollo casero o, si tienes tiempo, rostiza los huesos de pollo antes de hacer el caldo para darle profundidad al sabor.
Si usas espinacas congeladas en lugar de frescas, descongélalas y escúrrelas bien antes de añadirlas para evitar que diluyan la sopa.
Un truco profesional es frotar un diente de ajo crudo en el interior del tazón antes de servir la sopa. Esto aporta un sutil aroma a ajo fresco que eleva toda la experiencia gastronómica.
Esta sopa suele espesar al enfriarse debido a la pasta que continúa absorbiendo líquido. Si la recalientas al día siguiente, es posible que necesites añadir un poco más de caldo o leche para recuperar la consistencia deseada.
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