Mi primer encuentro con una auténtica sopa de guisantes frescos ocurrió durante un viaje primaveral a la campiña francesa. Aquella tarde lluviosa, una familia local me ofreció un tazón humeante de esta delicia verde brillante que cambió por completo mi percepción sobre las sopas vegetales. Desde entonces, he perfeccionado esta receta que se ha convertido en un pilar en mi hogar durante la temporada de guisantes.
Lo que hace tan especial a esta sopa es la dulzura natural y el color vibrante que solo los guisantes frescos pueden aportar. A diferencia de las versiones elaboradas con guisantes congelados o secos, esta preparación celebra la frescura primaveral y transforma ingredientes sencillos en una experiencia culinaria reconfortante pero sofisticada.
Para conseguir un color verde más intenso, puedes añadir un puñado de hojas de espinaca baby o col rizada picada al final (junto con las hierbas frescas). Deja que se marchiten durante un minuto y luego tritura toda la sopa.
Si buscas una consistencia más cremosa, agrega una cucharada de crema agria vegetal favorita, una cucharada de crema de coco o crème fraîche vegana en cada tazón de sopa al servir.
Aunque los guisantes frescos ofrecen el mejor sabor durante la primavera, puedes utilizar guisantes congelados de buena calidad fuera de temporada. No obstante, descongélalos completamente antes de añadirlos a la receta para mantener el brillante color verde.
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