La primera vez que preparé este salteado de bok choy y champiñones fue durante una noche lluviosa de otoño, cuando buscaba algo reconfortante pero ligero. El aroma del jengibre y el ajo llenó mi cocina, transportándome inmediatamente a los bulliciosos mercados callejeros asiáticos que había visitado años atrás. Desde entonces, este plato se ha convertido en mi salvavidas culinario cuando necesito una comida nutritiva y deliciosa en menos de 30 minutos.
Lo que comenzó como un simple experimento con ingredientes que tenía a mano se transformó en una receta que ahora comparto con orgullo en cada reunión familiar. La combinación de las hojas verdes y crujientes del bok choy con la textura carnosa de los champiñones, todo envuelto en una salsa umami perfectamente equilibrada, crea una sinfonía de sabores que satisface incluso a los paladares más exigentes.
Si utilizas baby bok choy, recorta la base, separa las hojas y lávalas bien. Mantenlos enteros si son pequeños, o corta por la mitad las piezas más grandes. En cambio, para el bok choy regular, corta la base dura, separa las hojas, trocea los tallos en pedazos de 2,5 cm y mantén las hojas verdes enteras.
En un recipiente pequeño, mezcla la salsa de soja, la salsa de ostras, el azúcar, la pimienta y el aceite de sésamo. Prueba y ajusta al gusto; añade una pizca de sal si fuera necesario.
Calienta 1 cucharada de aceite en una sartén grande o wok a fuego medio-alto. A continuación, añade el bok choy y 2 cucharadas de agua. Tapa y cuece al vapor durante 1-2 minutos hasta que esté verde brillante y ligeramente tierno. Posteriormente, transfiere a un plato.
Calienta las 2 cucharadas de aceite restantes en la misma sartén. Añade los champiñones en una sola capa. Deja que se doren sin moverlos durante 2 minutos para que se caramelicen. Luego, dales la vuelta y cocina otros 2-3 minutos hasta que estén dorados.
Empuja los champiñones hacia un lado de la sartén. En el espacio vacío, añade el ajo, el jengibre, la parte blanca de la cebolla verde y los chiles (si los usas). Cocina durante 30 segundos hasta que estén fragantes, y después mezcla todo.
Vierte la salsa y remueve para cubrir todos los ingredientes. Mezcla la maicena con el agua para crear el slurry y viértelo en la sartén. Cocina durante 1-2 minutos hasta que la salsa espese y se adhiera a los champiñones.
Vuelve a incorporar el bok choy a la sartén. Mezcla suavemente para combinar todos los ingredientes. Por último, adorna con la parte verde de la cebolla y espolvorea con semillas de sésamo antes de servir.
La clave para un salteado perfecto reside en la temperatura adecuada y la secuencia de cocción. Mantén el fuego medio-alto para lograr ese dorado característico sin quemar los ingredientes delicados como el ajo y el jengibre.
No sobrecargues el wok o la sartén, pues esto haría que los ingredientes se cocinen al vapor en lugar de saltearse. Si es necesario, cocina en lotes, especialmente si duplicas la receta para más comensales.
El bok choy puede contener arena o tierra entre sus hojas, por lo que es crucial lavarlo minuciosamente. Sumerge las hojas separadas en agua fría, agita suavemente y deja que la suciedad se asiente en el fondo antes de escurrir.
Para lograr champiñones perfectamente dorados, el secreto está en resistir la tentación de removerlos constantemente. Déjalos sin tocar durante los primeros dos minutos para que desarrollen esa codiciada caramelización.
Si prefieres una salsa más espesa, puedes aumentar ligeramente la cantidad de maicena en el slurry. Por el contrario, para una salsa más ligera, reduce la cantidad o incluso omítela por completo para un acabado más brillante.
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