La primera vez que descubrí el pollo piccata fue durante una cena improvisada en casa de mi tía italiana. El aroma cítrico que emanaba de su cocina me cautivó de inmediato. Al probar aquel pollo tierno bañado en salsa brillante de limón con alcaparras, supe que había encontrado un tesoro culinario. Desde entonces, he perfeccionado mi propia versión cremosa de este clásico italiano. Se ha convertido en mi plato de confianza tanto para cenas diarias como para ocasiones especiales.
Corta cada pechuga de pollo a lo largo (horizontalmente). Colócalas entre dos hojas de film transparente o dentro de una bolsa. Con un rodillo, aplana las pechugas hasta que tengan 0,6 cm de grosor. Hazlo con delicadeza para evitar romperlas. Busca conseguir un grosor uniforme para una cocción pareja.
Espolvorea ambos lados con sal, pimienta y condimento italiano. Cubre toda la superficie. Luego, pasa el pollo por un plato con harina. Asegura ambos lados estén cubiertos. Reserva en un plato.
Calienta el aceite en una sartén grande a fuego medio-alto durante 2 minutos. Dora el pollo durante 5 minutos por cada lado hasta que esté dorado. La temperatura interna debe alcanzar los 74°C. Si es necesario, cocina en dos tandas. Reserva el pollo.
En la misma sartén, derrite la mantequilla y saltea el ajo hasta que suelte aroma (1 minuto). Añade el caldo de pollo y la harina. Mezcla bien hasta que la salsa quede suave y sin grumos.
Incorpora la nata, las alcaparras y el zumo de limón. Baja el fuego a medio-bajo. Deja que hierva a fuego lento hasta que espese (2-3 minutos). Si la crema se corta por el limón, remueve hasta que vuelva a estar suave.
Devuelve el pollo a la sartén y cúbrelo con la salsa. Deja que se cocine un minuto más para absorber sabores. Decora con rodajas de limón y perejil fresco.
Presenta el plato con pasta o puré de patatas para aprovechar la deliciosa salsa.
La clave para un pollo piccata perfecto está en el grosor uniforme de las pechugas. Tómate tu tiempo al aplanarlas. Esto garantiza una cocción pareja y un resultado tierno.
Si la salsa se corta al añadir el limón, no te preocupes. Sigue removiendo enérgicamente y volverá a integrarse. Esto ocurre por la reacción entre los ácidos y la crema.
Las alcaparras aportan un sabor salino único, característico del piccata tradicional. Si no te gustan, puedes reducir la cantidad. También puedes sustituirlas por aceitunas verdes picadas.
Este plato es perfecto para probar diferentes hierbas aromáticas. El perejil es la opción tradicional. Sin embargo, puedes probar con estragón fresco o eneldo para un giro interesante.