Siempre he tenido debilidad por el pollo frito. Ese crujido al morder, la jugosidad perfecta y ese sabor reconfortante que me transporta directamente a la cocina de mi abuela. Sin embargo, como muchos, prefiero evitar la grasa excesiva y el desorden que implica freír en aceite profundo. Por eso, este Pollo Frito al Horno con Suero de Leche se ha convertido en uno de los tesoros culinarios de mi hogar.
La primera vez que preparé esta receta fue durante una reunión familiar donde varios invitados estaban cuidando su alimentación. El resultado fue tan extraordinario que desde entonces se ha convertido en una tradición de domingo en mi casa. Lo mejor es ver cómo todos, desde los más pequeños hasta los abuelos, disfrutan cada bocado con la misma sonrisa de satisfacción.
El secreto para lograr un pollo verdaderamente crujiente en el horno está en tres factores clave: primero, asegúrate de que el suero de leche cubra completamente el pollo durante el marinado; segundo, no omitas el polvo para hornear en el empanizado, ya que es fundamental para crear esas burbujas que dan textura; y tercero, verifica que tu horno alcance realmente la temperatura indicada, pues muchos hornos caseros pueden tener variaciones de hasta 20 grados.
Durante los meses de verano, me gusta añadir hierbas frescas del jardín como cilantro o albahaca al marinado. Esto no solo realza el sabor sino que también aporta un aroma irresistible a toda la cocina mientras se hornea.
Si buscas una alternativa más ligera, puedes retirar la piel del pollo antes de marinarlo. Aunque perderás algo de crujiente, seguirás disfrutando de un sabor excepcional con menos grasa.
Para ocasiones especiales, preparo una salsa de miel y mostaza (2 cucharadas de miel, 1 cucharada de mostaza Dijon y 1 cucharadita de vinagre de sidra) para servir como acompañamiento. El contraste entre lo crujiente del pollo y lo dulce-ácido de la salsa crea una experiencia gastronómica memorable.