Recuerdo vívidamente el primer otoño que viví sola, cuando mi presupuesto de estudiante universitaria me obligó a ser creativa en la cocina. Tenía algunos muslos de pollo, arroz salvaje que había comprado con descuento, y camotes que mi vecina me había regalado de su huerto. Sin saberlo, estaba creando lo que se convertiría en mi plato de comfort food favorito.
Esta receta nació de la necesidad, pero se perfeccionó con amor y tiempo. A lo largo de los años, he refinado cada elemento hasta lograr el equilibrio perfecto entre nutrición, sabor y simplicidad. Ahora es mi respuesta infalible cuando necesito algo reconfortante, saludable y satisfactorio.
Cada vez que preparo este plato, me transporto a esas noches de estudio cuando el aroma llenaba mi pequeño apartamento, prometiendo una comida casera y nutritiva después de largas horas de libros y tareas.
Enjuaga muy bien el arroz salvaje bajo agua fría hasta que el agua salga clara. Este paso elimina cualquier residuo y mejora significativamente la textura final. En una olla grande, combina 1 taza de arroz con 3 tazas de agua.
Lleva a ebullición vigorosa, luego reduce el fuego a medio-bajo y cocina tapado durante 45 minutos según las instrucciones del paquete. El arroz estará listo cuando los granos se hayan abierto ligeramente y tengan una textura tierna pero con bite.
Para ahorrar tiempo en días ocupados, puedes utilizar mezclas precocidas de arroz salvaje disponibles en bolsas. Simplemente caliéntalas según las instrucciones del paquete y continúa con el resto de la receta.
Precalienta el horno a 200°C y forra una bandeja para hornear con papel pergamino. Corta los camotes en cubos uniformes de aproximadamente 2.5cm para garantizar cocción pareja.
En un tazón grande, mezcla los cubos de camote con aceite de oliva, sal, pimienta y tomillo fresco. Asegúrate de que cada pieza esté bien cubierta con la mezcla de condimentos para máximo sabor.
Distribuye los camotes en una sola capa sobre la bandeja preparada, evitando apilarlos. Asa durante 15-20 minutos hasta que estén tiernos por dentro y ligeramente caramelizados por fuera. Voltéalos una vez a la mitad del tiempo de cocción para dorado uniforme.
Seca completamente los muslos de pollo con toallas de papel y déjalos llegar a temperatura ambiente durante 15 minutos. Sazona generosamente por ambos lados con sal, pimienta, pimentón ahumado, condimento italiano y tomillo fresco.
Calienta una sartén de hierro fundido grande a fuego medio durante 3 minutos completos. Esta precalentamiento es crucial para un sellado perfecto. Añade 2 cucharadas de aceite de oliva y espera hasta que brillé pero no humee.
Coloca los muslos de pollo en la sartén y cocina sin mover durante exactamente 5 minutos. Esta paciencia es fundamental para desarrollar una corteza dorada perfecta. Voltea y cocina 5 minutos adicionales o hasta alcanzar 74°C internamente.
En la misma sartén donde cocinaste el pollo (conservando todos los jugos caramelizados), añade 1 cucharada de aceite de oliva. Incorpora los champiñones portobello cortados en láminas gruesas y el ajo picado.
Sazona con sal y cocina a fuego medio, removiendo frecuentemente, hasta que los champiñones liberen su humedad y se doren ligeramente. El ajo debe estar fragante y suavizado, pero sin dorarse excesivamente.
Añade el arroz salvaje cocido a la sartén con los champiñones y ajo. Vierte el caldo de pollo gradualmente, mezclando suavemente para integrar todos los sabores. La mantequilla se incorpora al final para crear una textura sedosa y rica.
Incorpora delicadamente los camotes asados, teniendo cuidado de no romperlos. Devuelve los muslos de pollo a la sartén, acomodándolos sobre la mezcla de arroz. Decora con ramitas frescas de tomillo para presentación final.
Selección de muslos: Los muslos de pollo mantienen mejor jugosidad que las pechugas durante el proceso de sellado. Si prefieres pechugas, reduce el tiempo de cocción y monitorea la temperatura cuidadosamente para evitar sequedad.
Importancia del arroz salvaje: No sustituyas por arroz regular, ya que el arroz salvaje aporta textura única, sabor a nuez y valor nutricional superior. Su tiempo de cocción más largo vale la pena por los beneficios finales.
Calidad de los camotes: Elige camotes firmes y sin manchas. Los camotes más pequeños tienden a ser más dulces y menos fibrosos que los muy grandes.
Temperatura de servicio: Este plato es delicioso tanto caliente como a temperatura ambiente, ofreciendo flexibilidad para diferentes ocasiones y preferencias personales.