La primera vez que probé este plato fue durante un viaje a Brasil, en un pequeño restaurante familiar de Bahía. El aroma de las especias y el coco me cautivó desde el momento en que cruzé la puerta. Recuerdo cómo la combinación del picante con la cremosidad del coco creaba una experiencia culinaria inolvidable que me transportaba directamente a las coloridas calles de Salvador. Desde entonces, he perfeccionado esta receta en mi cocina, adaptándola a los ingredientes disponibles sin perder esa esencia tropical que tanto me enamoró.
Comienza sazonando las pechugas de pollo con pimentón, comino molido, sal y pimienta negra por ambos lados. No escatimes en este paso, ya que estas especias ayudarán a infundir el pollo con muchísimo sabor. Asegúrate de frotar bien las especias sobre la carne para que se adhieran correctamente y penetren durante la cocción.
En una sartén grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio-alto. Una vez que el aceite esté caliente (verás que brilla ligeramente), añade las pechugas de pollo sazonadas. Séllalas hasta que adquieran un color dorado por ambos lados, lo que debería tomar aproximadamente 6-7 minutos por cada lado. Este proceso no solo dora el exterior, sino que también sella los jugos dentro de la carne. Después de cocinarlas, retira el pollo de la sartén y reserva en un plato.
Ahora, reduce el fuego a medio y añade la cebolla picada y el ajo picado a la misma sartén, aprovechando todos los sabores que dejó el pollo. Saltea estos ingredientes hasta que la cebolla se vuelva translúcida, lo que tomará aproximadamente 4-5 minutos. Durante este proceso, utiliza una espátula de madera para raspar suavemente el fondo de la sartén, incorporando los sabrosos residuos dorados del pollo a tu base aromática.
A continuación, incorpora los jalapeños picados y saltea durante 2 minutos adicionales. Este paso permite que los jalapeños liberen su picante y sabor en la mezcla. Si prefieres un plato más suave, puedes eliminar las semillas y las venas de los jalapeños antes de picarlos, o utilizar solo uno en lugar de dos.
Vierte la leche de coco en la sartén y añade los tomates en cubos escurridos. Mezcla todos los ingredientes y lleva a fuego lento hasta que comience a hervir suavemente. La leche de coco proporcionará una textura rica y cremosa que balanceará perfectamente el picante de los jalapeños. Observarás cómo el color de la salsa se transforma en un hermoso tono anaranjado-rosado.
Regresa las pechugas de pollo selladas a la sartén, colocándolas cuidadosamente en la mezcla de leche de coco. Deja que todo se cocine a fuego lento durante aproximadamente 10-15 minutos, o hasta que el pollo esté completamente cocinado (debe alcanzar una temperatura interna de 75°C). Durante este tiempo, la salsa se espesará ligeramente y los sabores se intensificarán a medida que el pollo libere sus jugos en la mezcla.
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