La primera vez que probé unos palitos de mozzarella caseros fue durante una reunión familiar. Mi tía los preparó como aperitivo sorpresa. Quedé fascinado al cortar uno y ver cómo el queso se estiraba en hilos perfectos. Este momento quedó grabado en mi memoria para siempre. Desde entonces, he experimentado con diferentes métodos para conseguir esa textura ideal. Buscaba algo crujiente por fuera y deliciosamente derretido por dentro. Nada se compara con esta versión en freidora de aire. Logra un equilibrio perfecto entre sabor y ligereza.
La clave del éxito está en respetar los tiempos de congelación. Puede ser tentador saltarse este paso cuando tienes prisa. No lo hagas. La paciencia te recompensará con palitos perfectamente formados. Evitarás encontrar una masa de queso derretido en el fondo de tu freidora.