La primera vez que probé esta receta fue durante un viaje a Argentina, donde el aroma del chimichurri flotaba en cada esquina. Al regresar a casa, estuve semanas intentando recrear ese sabor intenso y fresco que tanto me había cautivado. Después de varios intentos y ajustes, logré esta versión que transporta mi paladar directamente a las calles de Buenos Aires. Los muslos de pollo, jugosos por naturaleza, absorben todas las notas aromáticas de las hierbas frescas, creando una sinfonía de sabores que ahora es imprescindible en nuestras reuniones familiares de fin de semana.
Aunque el chimichurri se conservará hasta una semana en el refrigerador, su sabor es notablemente superior cuando se consume en los primeros 1-2 días después de su preparación.
Para obtener el máximo sabor, asegúrate de utilizar hierbas frescas. Si solo dispones de hierbas secas, reduce la cantidad a un tercio de lo indicado para las frescas.
El secreto de unos muslos de pollo perfectamente jugosos está en no cocinarlos en exceso. Utiliza un termómetro de cocina para mayor precisión: retíralos de la parrilla cuando alcancen los 71°C (160°F) y déjalos reposar, momento en el que la temperatura interna subirá hasta los 74°C (165°F) recomendados.