La primera vez que probé estos huevos marinados en salsa de soya fue durante un viaje a Japón que cambió por completo mi percepción sobre los huevos. Recuerdo entrar en un pequeño izakaya en Tokio donde servían estos huevos como acompañamiento. Al principio, dudé un poco—¿cómo podría un simple huevo impresionarme tanto? Sin embargo, con el primer bocado quedé maravillada. La yema cremosa contrastaba perfectamente con el sabor umami del marinado, creando una explosión de sabores que nunca había experimentado. Desde entonces, me propuse recrear esta receta en casa, perfeccionándola hasta conseguir ese equilibrio perfecto entre dulzura, salinidad y riqueza que caracteriza a este plato tradicional.
La calidad de los huevos influye notablemente en el resultado final. Siempre que sea posible, utiliza huevos orgánicos o de corral. Por consiguiente, obtendrás yemas más anaranjadas y sabrosas. Como resultado, el aspecto visual del plato terminado será mucho más atractivo.
También es importante considerar la temperatura inicial del agua. Comenzar con agua ya hirviendo ofrece dos ventajas principales. Primero, facilita enormemente el pelado posterior. Segundo, ayuda a conseguir tiempos de cocción más precisos. Por lo tanto, no saltes este detalle aparentemente menor.
Con el paso del tiempo, el marinado mejora considerablemente. En efecto, va desarrollando sabores más complejos después de varios usos. Es interesante saber que algunos chefs japoneses mantienen sus marinados durante meses. Periódicamente, añaden ingredientes frescos creando así un “marinado maestro”. En consecuencia, logran un líquido lleno de profundidad y matices imposibles de conseguir de otra manera.