Hay algo mágico en los aromas que emergen de la cocina cuando preparas un auténtico goulash americano. Esta receta me transporta directamente a mi infancia, cuando mi abuela preparaba este plato reconfortante en las noches más frías del invierno. El vapor que se alzaba de la olla, mezclando los sabores de la carne dorada con tomates jugosos y especias aromáticas, creaba una sinfonía de sensaciones que aún hoy me hace sonreír.
A diferencia de su primo húngaro, el goulash americano tiene su propia personalidad única. Además, esta versión en una sola olla simplifica increíblemente el proceso de cocción, mientras que el queso cheddar derretido al final le otorga esa cremosidad irresistible que lo convierte en el plato perfecto para reunir a toda la familia alrededor de la mesa.
Comienza calentando el aceite de oliva en una olla grande o sartén profunda a fuego medio-alto. Una vez que el aceite esté caliente pero no humeante, añade la cebolla picada y el pimiento verde. Posteriormente, incorpora la carne molida de res, desmenuzándola con una cuchara de madera mientras se cocina.
Continúa cocinando esta mezcla, revolviendo ocasionalmente, hasta que la carne esté completamente dorada y ya no se vea rosada. Este proceso generalmente toma entre 8 a 10 minutos. Mientras tanto, el aroma de la carne dorada y las verduras salteadas comenzará a llenar tu cocina.
Agrega el ajo picado a la mezcla de carne y cocina por apenas 30 segundos adicionales, revolviendo constantemente. Durante este breve tiempo, el ajo liberará su aroma característico sin llegar a quemarse. Ten cuidado de no sobrecocinar el ajo, ya que puede volverse amargo.
Vierte el caldo de res, la salsa de tomate y los tomates picados con todo su jugo en la olla. Seguidamente, añade la salsa Worcestershire, el condimento italiano, las hojas de laurel, el pimentón, la sal y la pimienta. Mezcla todos los ingredientes cuidadosamente hasta obtener una consistencia homogénea.
Lleva la mezcla a ebullición a fuego alto, luego reduce inmediatamente el fuego a bajo. Cubre la olla parcialmente y deja que hierva a fuego lento durante exactamente 20 minutos. Durante este tiempo, los sabores se fusionarán maravillosamente, mientras que la salsa comenzará a espesarse naturalmente.
Aumenta nuevamente el fuego a medio-alto y añade los macarrones sin cocer directamente a la olla. Esta técnica permite que la pasta absorba todos los sabores de la salsa mientras se cocina. Revuelve ocasionalmente para evitar que la pasta se pegue al fondo de la olla.
Cocina durante 10 a 12 minutos, o hasta que la pasta esté al dente y la salsa haya espesado considerablemente. La consistencia ideal debe ser sustanciosa y ligeramente salsosa, similar a un estofado espeso pero no tan denso como una cazuela.
Retira las hojas de laurel de la olla y deséchalas cuidadosamente. Incorpora el queso cheddar rallado, mezclando suavemente hasta que se derrita completamente y se integre con la salsa. Finalmente, prueba el goulash y ajusta la sal y pimienta según tu preferencia personal.
La textura ideal debe ser sustanciosa y ligeramente salsosa, nunca seca como una cazuela ni líquida como una sopa. El queso cheddar derretido ayuda naturalmente a espesar la mezcla. Sin embargo, si la salsa parece demasiado seca durante la cocción, añade ¼ de taza de caldo de res o agua gradualmente.
Utiliza carne molida de res con 90% de contenido magro para evitar exceso de grasa sin sacrificar sabor. Además, no escurras el jugo de los tomates enlatados, ya que este líquido aporta acidez equilibrada y ayuda a crear la consistencia perfecta del plato.
Respeta los tiempos de cocción especificados, especialmente para la pasta. Los macarrones deben quedar al dente para mantener su textura incluso después de absorber los sabores de la salsa. Cocinar demasiado tiempo resultará en pasta blanda y sin personalidad.