Durante un viaje gastronómico por la Toscana, descubrí este extraordinario plato de farro en una pequeña trattoria familiar escondida entre las colinas florentinas. La combinación del farro cremoso con hongos terrosos, espárragos frescos y queso de cabra suave me transportó inmediatamente a la esencia de la cocina italiana auténtica. Desde aquel momento, esta receta se convirtió en mi recurso favorito cuando busco crear algo elegante pero reconfortante, demostrando que los ingredientes simples pueden producir resultados extraordinarios.
Comienza combinando el farro enjuagado con el caldo de verduras en una cacerola mediana de fondo grueso. Lleva la mezcla a ebullición a fuego alto y luego reduce inmediatamente a fuego lento para mantener un hervor suave. Cocina el farro durante aproximadamente 30 minutos, removiendo ocasionalmente, hasta que los granos estén tiernos pero mantengan una textura ligeramente al dente. Escurre cualquier exceso de caldo que pueda quedar.
Mientras el farro se cocina, calienta el aceite de oliva en una sartén grande a fuego medio-alto hasta que brille pero no humee. Añade los hongos en una sola capa, evitando sobrecargar la sartén para permitir un dorado adecuado. Cocina durante 2 minutos sin mover, permitiendo que los hongos liberen su humedad natural y desarrollen color dorado.
Incorpora los espárragos a la sartén con los hongos y continúa cocinando durante 4 minutos adicionales, removiendo ocasionalmente para asegurar cocción uniforme. Las verduras deben mantener cierta firmeza y color vibrante. Posteriormente, añade el ajo picado, el chalote y el tomillo, salteando continuamente durante 1 minuto hasta que liberen su aroma característico.
Incorpora la ralladura y el jugo de limón a las verduras salteadas, mezclando inmediatamente para distribuir uniformemente los sabores cítricos. Sazona generosamente con sal kosher y pimienta negra recién molida, probando y ajustando según tus preferencias personales de sabor.
Añade el farro cocido y escurrido a la sartén con las verduras, mezclando suavemente para combinar todos los ingredientes sin romper los granos. Desmenuza el queso de cabra directamente sobre la mezcla, comenzando con 60g y aumentando gradualmente según tu preferencia de cremosidad y intensidad de sabor. Revuelve cuidadosamente hasta que el queso se derrita parcialmente y cree una textura cremosa envolvente.
La calidad del farro marca una diferencia sustancial en el resultado final. Busca farro perlado o semi-perlado para obtener la mejor textura cremosa, evitando las variedades integrales que requieren tiempos de cocción excesivamente largos. Enjuagar el farro antes de cocinar elimina el exceso de almidón y previene que se vuelva pegajoso.
El timing es crucial para mantener la textura perfecta de las verduras. Los hongos deben liberar su humedad natural antes de añadir otros ingredientes, mientras que los espárragos necesitan conservar cierto crunch para proporcionar contraste textural interesante. No sobrecocines las verduras, ya que continuarán cocinándose ligeramente con el calor residual.
La temperatura del queso de cabra al añadirlo influye significativamente en su incorporación. Sácalo del refrigerador 15-20 minutos antes de usar para que se ablande naturalmente, facilitando su distribución uniforme y creando la textura cremosa deseada sin formación de grumos.