Desde que era pequeña, el verano siempre significaba dos cosas: sandías jugosas y melocotones dulces que manchaban la barbilla al morderlos. Por eso, cuando descubrí la magia de combinarlos en una ensalada, supe que había encontrado el plato perfecto para esos días calurosos donde el cuerpo pide hidratación y frescura. Esta ensalada no solo evoca recuerdos de veranos pasados, sino que también celebra los sabores sencillos que la naturaleza nos ofrece durante esta temporada.
La simplicidad de esta receta es parte de su encanto. Sin embargo, cada paso tiene su importancia para lograr el equilibrio perfecto de sabores y texturas.
Para lograr una ensalada perfecta, ten en cuenta estos detalles que marcan la diferencia: