Descubrí esta deliciosa combinación durante una tarde calurosa de verano cuando buscaba algo rápido para alimentar a mi familia hambrienta. Sin planificación previa y con ingredientes básicos que tenía en mi refrigerador, nació esta ensalada César de pasta con pollo. Desde entonces, se ha convertido en nuestro salvavidas culinario para esas noches entre semana cuando el tiempo escasea pero no queremos sacrificar sabor ni nutrición. El balance perfecto entre la frescura de la lechuga romana, la satisfacción de la pasta y la proteína del pollo crea una comida completa que todos en casa esperan con ansias.
Comienza por preparar la base sustanciosa de esta ensalada. Llena una olla mediana con agua y agrégale una cucharadita de sal para potenciar el sabor de la pasta. Lleva el agua a ebullición a fuego alto, momento ideal para añadir la taza de pasta rotini sin cocer.
Cocina la pasta siguiendo las instrucciones del paquete, generalmente entre 7-9 minutos o hasta que esté al dente—firme al morderla pero completamente cocida. Una vez lista, escúrrela inmediatamente y enjuágala bajo un chorro de agua fría para detener la cocción. Este paso es crucial ya que asegura que la pasta mantenga su textura ideal y no se vuelva pegajosa.
Después de enjuagarla, escúrrela nuevamente con cuidado para eliminar el exceso de agua que podría diluir el aderezo posteriormente. Reserva la pasta mientras preparas los demás ingredientes.
Toma los dos tallos de lechuga romana y retira las hojas exteriores si están marchitas o dañadas. Lava cuidadosamente las hojas bajo agua fría corriente para eliminar cualquier resto de tierra o arena que pudieran tener. Sacúdelas suavemente para eliminar el exceso de agua o utiliza una centrifugadora de ensaladas si tienes una disponible.
Coloca los tallos de lechuga sobre una tabla de cortar y, utilizando un cuchillo afilado, corta la parte inferior dura del tallo (el corazón) y deséchala. Procede a cortar la lechuga en trozos pequeños, aproximadamente del tamaño de un bocado, facilitando así que se mezcle uniformemente con los demás ingredientes y sea más cómoda de comer. Coloca la lechuga cortada en un tazón grande que permita mezclar todos los ingredientes con comodidad.
En el tazón grande donde colocaste la lechuga picada, añade la pasta fría que habías reservado anteriormente. La combinación de estos dos ingredientes forma la base perfecta para los sabores que añadirás a continuación.
Incorpora el pollo cocido, ya sea desmenuzado o en cubos según tu preferencia. La versatilidad de esta receta te permite utilizar pollo rostizado comprado, restos de pollo de comidas anteriores, pollo enlatado o incluso pollo específicamente cocinado para esta ensalada.
Espolvorea generosamente la media taza de queso parmesano rallado sobre la mezcla, distribuyéndolo uniformemente para asegurar que cada bocado contenga ese sabor característico umami. Añade los crutones, que aportarán un contraste crujiente maravilloso a la textura de la ensalada.
Finaliza vertiendo el aderezo César sobre todos los ingredientes, usando la cantidad necesaria para cubrir adecuadamente la ensalada sin empaparla. Si deseas, añade pimienta negra recién molida para un toque final de sabor.
Utilizando dos cucharas grandes o pinzas para ensalada, mezcla cuidadosamente todos los ingredientes hasta que el aderezo cubra uniformemente cada componente. El movimiento debe ser suave pero efectivo, asegurándote de que los ingredientes del fondo también queden bien incorporados.
Sirve inmediatamente en platos individuales o en un tazón grande para que cada persona se sirva. La inmediatez del servicio es importante para mantener la frescura y textura crujiente de la lechuga y los crutones, que podrían ablandarse si se dejan reposar demasiado tiempo con el aderezo.
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