Recuerdo vívidamente la primera vez que probé esta cazuela de pizza. Era una noche fría de invierno, y después de un día agotador, lo último que quería era complicarme en la cocina. Sin embargo, tenía antojo de pizza pero también buscaba algo más sustancioso y reconfortante. Fue entonces cuando nació esta receta: una fusión perfecta entre la pizza que tanto amo y la comodidad de una cazuela horneada.
La magia de este plato radica en cómo transforma ingredientes familiares en algo completamente nuevo. Cada bocado te transporta a esa sensación de satisfacción que solo puede darte una buena pizza, pero con la textura cremosa y abundante de una cazuela casera.
Cocina la pasta en agua con sal siguiendo las instrucciones del paquete hasta que esté al dente. Este punto es crucial: la pasta continuará cocinándose en el horno, por lo que es importante no sobrecocinarla inicialmente. Una vez lista, escúrrela completamente y reserva.
En una sartén grande, sofríe la carne molida y la salchicha a fuego medio hasta que estén doradas y completamente cocidas. Remueve frecuentemente para asegurar una cocción uniforme. Posteriormente, escurre el exceso de grasa para evitar que la cazuela quede oleosa.
Precalienta el horno a 190°C (375°F) con calor superior e inferior. Esta temperatura permitirá que la cazuela se cocine uniformemente sin quemar la superficie.
En un tazón grande, combina la pasta cocida, las carnes doradas, el pepperoni, el tocino, la salsa, las hierbas italianas, el ajo en polvo y las hojuelas de chile si decides usarlas. Mezcla todo cuidadosamente hasta que la salsa y los sabores se distribuyan de manera uniforme.
Vierte la mezcla en un molde para hornear engrasado de 23×33 cm (9×13 pulgadas). Distribuye la mezcla uniformemente y luego espolvorea con la mozzarella, el cheddar y el parmesano de manera pareja.
Hornea durante 20-25 minutos, hasta que el queso esté derretido y dorado, y la cazuela esté bien caliente por completo. El queso debe formar una capa dorada y burbujeante en la superficie.
Deja reposar la cazuela durante 5 minutos antes de servir. Este tiempo permitirá que las capas se asienten y será más fácil de cortar y servir.
Consistencia Perfecta: Cocinar la pasta al dente es fundamental ya que continuará cocinándose en el horno. Una pasta sobrecocida resultará en una textura pastosa desagradable.
Secreto del Queso: El queso recién rallado se derrite más uniformemente y produce una corteza más atractiva que el queso pre-rallado, que contiene agentes antiaglutinantes.
Acabado Crujiente: Para obtener un sabor más tostado y una superficie dorada extra, utiliza la función grill del horno durante los últimos 2-3 minutos de cocción.
Conservación Adecuada: Las sobras se mantienen frescas en el refrigerador hasta 3 días o pueden congelarse en porciones individuales para comidas futuras.