Las Barritas de Cheesecake con Caramelo representan para mí la perfecta combinación entre elegancia y comodidad. Recuerdo la primera vez que las preparé para una reunión familiar: todos quedaron maravillados por su textura sedosa y ese irresistible toque de caramelo que se derrite en la boca. Lo que empezó como un experimento se ha convertido en una tradición en nuestra casa, especialmente durante las celebraciones de otoño cuando los sabores cálidos resultan tan reconfortantes. A diferencia del cheesecake tradicional, estas barritas ofrecen una manera más desenfadada y práctica de disfrutar este clásico postre.
Precalienta el horno a 163°C (325°F). A continuación, engrasa un molde para hornear de 23×33 cm (9×13 pulgadas) o fórralo con papel pergamino, dejando que sobresalga por los lados para facilitar la extracción posterior. Este paso resulta fundamental para evitar que las barritas se peguen y permitirá servirlas con una presentación impecable.
En un recipiente mediano, combina las galletas graham trituradas, el azúcar y la mantequilla derretida hasta obtener una mezcla homogénea. Las migas deben quedar ligeramente humedecidas, con una textura similar a la arena mojada que se compacta al presionarla. Vierte esta mezcla en el molde preparado y presiona firmemente con el dorso de una cuchara o con los dedos para formar una base uniforme y compacta.
En un recipiente grande, bate el queso crema y el azúcar granulada con una batidora eléctrica hasta obtener una mezcla suave y cremosa, aproximadamente durante 2-3 minutos. Es importante que el queso esté a temperatura ambiente para evitar grumos indeseados en la mezcla final. Sin dejar de batir, incorpora la crema agria, integrándola completamente en la preparación.
Posteriormente, añade los huevos uno a uno, mezclando bien después de cada adición pero sin excederte en el batido. Un exceso de aire en la mezcla podría provocar grietas durante el horneado. Finalmente, agrega el extracto de vainilla y mezcla hasta que todos los ingredientes estén perfectamente integrados, creando una mezcla sedosa y homogénea.
Vierte el relleno de cheesecake sobre la base de galleta preparada anteriormente, extendiéndolo uniformemente con una espátula para conseguir una superficie lisa. Golpea suavemente el molde contra la encimera un par de veces para eliminar posibles burbujas de aire atrapadas en la mezcla.
Introduce el molde en el horno precalentado y hornea durante 35-40 minutos, o hasta que los bordes estén firmes mientras que el centro aún conserva un ligero temblor al moverlo. Este punto exacto de cocción resulta crucial: un horneado excesivo resecará la textura, mientras que un tiempo insuficiente no permitirá que cuaje correctamente.
Una vez horneado, apaga el horno y entreabre la puerta. Deja que las barritas se enfríen dentro del horno durante aproximadamente 1 hora. Este enfriamiento gradual previene el hundimiento del centro y las grietas en la superficie, dos problemas comunes en la elaboración de cheesecakes.
Tras el enfriamiento inicial, retira el molde del horno y déjalo enfriar completamente a temperatura ambiente. A continuación, cúbrelo con film transparente y refrigera durante al menos 4 horas, aunque idealmente durante toda la noche. La refrigeración prolongada no solo estabiliza la textura, sino que también intensifica los sabores, permitiendo que se desarrollen plenamente.
Cuando las barritas estén completamente frías y firmes, utiliza los bordes del papel pergamino para levantar cuidadosamente el postre y colocarlo sobre una superficie plana. Con un cuchillo afilado, corta en porciones del tamaño deseado, limpiando la hoja entre cortes para conseguir un acabado limpio y profesional.
Antes de servir, decora las barritas con generosos hilos de salsa de caramelo, creando un atractivo patrón sobre la superficie. Si deseas un contraste de sabores más sofisticado, espolvorea ligeramente con sal marina, que realzará el dulzor del caramelo y añadirá una dimensión salada muy agradable al paladar.
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