Mi amor por el bacalao comenzó durante un verano inolvidable en las costas de Grecia. Recuerdo vívidamente aquella pequeña taberna junto al mar donde probé por primera vez un bacalao preparado con ingredientes mediterráneos tan simples pero tan llenos de sabor. El pescado, increíblemente fresco, se deshacía en la boca mientras los aromas de las hierbas, el limón y las aceitunas transportaban mis sentidos directamente a los olivares y huertos costeros. Desde entonces, he intentado recrear esa magia en mi cocina, y después de muchos intentos, esta receta logra capturar la esencia de aquel plato que me cautivó. Lo mejor es que, a pesar de su sofisticado sabor, es sorprendentemente sencilla de preparar.